La leucemia crónica y aguda, es un tipo de cáncer que se origina generalmente en las células madre que producen los granulocitos (neutrófilos, eosinófilos o basófilos), se manifiesta inicialmente en la médula ósea, pero en la mayoría de los casos, se extiende rápidamente a través de la sangre, pudiendo afectar otras partes del cuerpo como los ganglios linfáticos, el hígado, el bazo, el sistema nervioso central o los testículos.
Se produce debido a una alteración en la versión inmadura de algunas células mieloides, que son las células encargadas de producir los glóbulos rojos, las plaquetas y la gran mayoría de glóbulos blancos, a excepción de los linfocitos. Se desarrolla en tres fases: la inicial, denominada fase crónica, que con el tiempo evoluciona, pasando previamente por una fase de aceleración, y finalmente acaba en una fase aguda.
Las personas con esta enfermedad pueden presentar, palidez, fiebre, cansancio, y los moretones o sangrados que ocurren con facilidad. El diagnóstico se centra en el análisis de sangre y de la médula ósea.
La tasa de supervivencia a cinco años para los pacientes que tienen 20 años o más no supera el 27%, y en personas menores de 20 años, la tasa de supervivencia a cinco años llega hasta el 69%.
El tratamiento estándar consiste en ciclos intensivos de quimioterapia y otros más breves, posteriores, de consolidación. El trasplante de médula ósea en determinadas ocasiones también puede ser una opción. Como aún no hay terapias dirigidas disponibles para todas las variantes de esta enfermedad es fundamental seguir invirtiendo en investigación clínica.
Actualmente en España hay 46 ensayos clínicos activos, de los cuales 21 están en fase de reclutamiento de pacientes y 6 a punto de iniciarse.
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